Comportamiento de los lobos, la manada, alimentación y depredación

Comportamiento de los lobos
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Los lobos han sido los protagonistas de muchos mitos, leyendas y cuentos infantiles, han sido retratados como cazadores, seres malignos o, por el contrario, como animales guardianes y espirituales. E incluso, en algunas culturas son tratados como deidades. Estos animales, ya sea en solitario o en manada, han despertado el interés de los seres humanos. En el pasado, el territorio de los lobos se extendía por todo el hemisferio norte y muchas veces colisionaba con los asentamientos humanos, existen casos documentados de ataques a personas, así como al ganado; esto a su vez ha generado que los lobos sean perseguidos y cazados. La interacción con el hombre ha sido una de las razones por la cual el comportamiento de los lobos, así como otras características ecológicas y biológicas de esta especie, constituya un tema relevante de estudio.

El nombre científico del lobo es Canis lupus, se trata de un mamífero (Clase Mammalia) perteneciente al Orden Carnívora, específicamente a la familia de los cánidos (Familia Canidae). En la actualidad, se reconocen aproximadamente unas 50 subespecies del lobo, entre las que destaca el perro (C. lupus familiaris), cuyos antepasados fueron domesticados por el hombre. Actualmente, el número real de subespecies se encuentra en discusión, ya sea debido a las similitudes entre algunas de ellas o porque se encuentran extintas.

En el continente americano, podemos distinguir algunas subespecies como el lobo ártico (C. lupus arctos), el lobo de Vancouver (C. lupus crassodon), el lobo de las Rocosas C. lupus irremotus), el lobo de la pradera (C. lupus nubilus), el lobo de Alaska (C. lupus pambasileus), el cual, se considera la subespecie más grande de Norteamérica; y el lobo mexicano (C. lupus baileyi). En Norteamérica existen otras subespecies de lobos, aunque muchas de estas se consideran extintas o próximas a la extinción. En Europa, nos encontramos con el lobo europeo (C. lupus lupus), el lobo ibérico (C. Lupus signatus), quién estuvo cerca de extinguirse; el lobo italiano (c. lupus italicus), el lobo rumano (C. lupus minor) y el lobo ruso (C. lupus communis). Otras subespecies como el lobo indio (C. lupus pallipes), el lobo de Gansu (C. lupus filchneri) en China, el lobo tibetano (C. lupus chanco) y el lobo árabe (C. lupus campestris) se distribuyen por el continente asiático. En Australia destacamos el dingo (C. lupus dingo), quién se considera una subespecie del lobo.

Antes de adentrarnos en el comportamiento de los lobos, hay que conocer la morfología de este grupo de mamíferos, los cuales se caracterizan por ser animales medio-altos, altura que varía desde los 60 cm hasta los 90 cm, y una longitud cabeza-cola que puede ir desde los 90 cm a los 130 cm, mientras que la cola puede alcanzar tallas desde los 60 cm a los 71 cm; los machos suelen presentar medidas corporales relativamente mayores a las de las hembras. De patas largas, cuello robusto, pecho estrecho y cola cilíndrica, su cuerpo se encuentra cubierto de pelo, cuya coloración cambia según la subespecie. Sus patas cuentan con cuatro dedos en las extremidades anteriores, pero en las posteriores se puede apreciar un quinto dedo vestigial; en cada dedo, encontramos una garra adaptada para el agarre de las superficies. Las patas también cuentan con glándulas exocrinas que permiten marcar el terreno mientras se movilizan. Pueden alcanzar un peso de 90 Kg, los especímenes más grandes.

De hábitos generalistas, son capaces de ocupar diferentes tipos de ecosistemas, así que se les puede encontrar en la tundra, en los paisajes helados del Ártico, en localidades rocosas o montañosas, praderas, bosques e incluso en desiertos. Se distribuyen por el hemisferio norte, aunque sus territorios se han ido disminuyendo debido al crecimiento de los asentamientos humanos. A pesar de que sus poblaciones se han visto afectada por la caza ilegal, contaminación y la reducción de sus territorios nativos, y que varias las subespecies que se han extinguido, el lobo está catalogado como “Preocupación Menor” según la IUCN. Actualmente, se promueve su conservación.

Los lobos son animales sociales, capaces de formar agregaciones numerosas; inteligentes, pueden transmitir información y comunicarse con otros miembros de su manada o fuera de ella, con estructuras familiares y relaciones complejas. A continuación, vamos a ahondar un poco sobre estas características que forman parte del comportamiento de los lobos.

Comportamiento de los lobos asociado a las manadas

Los lobos son animales muy sociables, cuyas agregaciones son conocidas como manadas. Normalmente, las manadas constituyen grupos familiares en donde podemos encontrar una pareja reproductora, así como sus crías de distintas edades o ejemplares con otras relaciones filiares. El tamaño de la manada puede variar, se han documentado grupos conformados tan solo por dos individuos, así como agregaciones hasta de unos 40 lobos. No obstante, lo común son grupos de 8 a 9 individuos; ya que manadas de mayor tamaño pueden implicar que las porciones de alimento para compartir sean menores. Es por esto, que las manadas muy grandes suelen mostrar un comportamiento de fisión-fusión, donde algunos miembros suelen formar grupos más pequeños y migrar hacia otros territorios.

Conformar manadas corresponde a un comportamiento de los lobos adaptativo, que se ha afianzado durante su evolución y se encuentra relacionado con la protección y el cuidado de sus miembros, así como la defensa en conjunto de los territorios y cooperación durante la obtención de alimentos. Las manadas con un mayor número de miembros tienen mayor ventaja al momento de defender sus territorios de otros. Sin embargo, para cazar es mejor un número reducido de individuos, entre cuatro a cinco. A menudo, los lobos se separan de sus manadas en grupos más pequeños, normalmente del mismo sexo, dispersándose en busca de nuevos compañeros (del sexo opuesto) para conformar su propia manada. Al establecerse agregaciones nuevas, es necesario consolidar su propio territorio de caza y cría.

Jerarquía de las manadas

En cautiverio, es común que se agrupen lobos de distintas procedencias. En estos casos, las manadas que se forman siguen una jerarquía de dominancia que obedece el patrón alfa, beta y omega. Donde los alfas representan los individuos dominantes, que lidera el grupo, siendo el puesto social más alto. Esta se establece por sexo, así que encontramos hembras alfas y machos alfas. Mientras las otras dos categorías representan a aquellos lobos sumisos, donde los betas son aquellos subordinados que en un futuro pueden ocupar las posiciones alfas y los omegas son aquellos que ocupan posiciones despreciables.

En el comportamiento de los lobos se suele pensar que obedecen a una jerarquía basada en la dominancia-sumisión. Sin embargo, en la naturaleza, las manadas se encuentran formadas por unidades familiares, compuestas por una pareja reproductora y su descendencia, e incluso puede haber dos o tres familias con las mismas características. Incluso, las manadas pueden llegar a adoptar lobos forasteros. La pareja reproductora parece ocupar las posiciones más alta, mayormente los individuos reproductores de mayor edad, mientras que las crías y los no reproductores están subordinados. No se aprecia una jerarquía basada en la dominancia-sumisión, sino en las posturas corporales y en el marcaje de olor, las interacciones sociales son mucho más tranquilas y armónicas que en cautiverio, y solo se aprecia tensiones al competir por los alimentos.

Comportamiento de los lobos en solitario

No todos los lobos se encuentran en manadas, dado que muchos ejemplares juveniles suelen migrar o separarse de su manada en busca de pareja y territorios, con el propósito de formar sus propias manadas. Este tipo de comportamiento de los lobos jóvenes, permite garantiza un flujo saludable de genes, permitiendo la variabilidad entre poblaciones.

Comportamiento de los lobos en cuanto a la territorialidad

Aunque son animales sociales, suelen ser territoriales e incluso agresivos con aquellos ejemplares que no pertenecen a su manada. El comportamiento de los lobos, al hablar de territorialidad, abarca conductas agresivas como no agresivas. Entre las primeras, encontramos los enfrentamientos entre manadas, manadas repeliendo intrusos solitarios y conflictos entre lobos. En estos enfrentamientos, el tamaño de la manada juega un papel importante definiendo quienes son los ganadores. Se ha concluido que los enfrentamientos intra-especies son una de las causas de muerte de los lobos, ya que un gran porcentaje de los encuentros entre manadas terminan en agresiones físicas y en la muerte de los ejemplares más débiles. Por el contrario, entre conductas territoriales no agresivos destacan el marcaje en el interior de sus territorios y en sus fronteras, y los aullidos con los que revelan su ubicación, reclamando sus territorios.

A diferencia de osos y algunos grandes felinos, los lobos no practican la matanza de crías, y si esta ocurre es cuando una manada de lobos ataca la madriguera de una segunda, causando la mortalidad tanto de crías como de adultos. Pero las mismas no se deben a una competencia por apareamiento, sino a una competencia territorial. Cabe destacar, que los machos reproductores que se establecen en una manada ya conformada, se encargan de proteger a los cachorros como si fueran suyos y se reproducirá con la hembra cuando esta se encuentre nuevamente en celo.

El comportamiento de los lobos asociado a estrategias para proteger su territorio, estos intentan mantener manadas grandes, donde la mayoría de los integrantes sean machos adultos y mayores. El número de integrantes, así como la experiencia que estos puedan tener, aumentan las probabilidades del grupo para proteger sus crías, presas y el espacio para desarrollarse.

Comunicación

Al ser animales sociables, la comunicación es un elemento de gran importancia dentro del comportamiento de los lobos; entendiendo como comunicación la transmisión efectiva de un mensaje de un emisario a un receptor. Entre los lobos existen tres vías principales de comunicación: la olfativa, la auditiva y la visual; por la cual, pueden delimitar su territorio, coordinar sus salidas de caza, comunicar su estado de ánimo al resto de la manada, intimidar o amenazar a intrusos, indicar posiciones de dominancia y sumisión o estado sexual y reproductivo. También permite fortalecer y establecer las posiciones jerárquicas dentro de la manada.

En este segmento, explicaremos brevemente cómo funcionan cada una de estas vías de comunicación en el comportamiento de los lobos.

Vía olfativa

Los lobos, cuentan con un sentido del olfato sumamente desarrollado, que les permite captar distintos tipos de olores en un rango de varios kilómetros. Por medio de compuestos químicos volátiles que se encuentran en la orina y en las heces, estos cánidos marcan y delimitan su territorio, estas señales pueden duran de 2 a 3 semanas. Igualmente, las glándulas exocrinas, que se encuentran en las patas, ojos, genitales, ano y piel, secretan una sustancia que no solo expone la presencia de un lobo en una localidad, sino transmite también si una hembra se encuentra en celo.

Vía vocal

Depende del sentido del oído y la producción de sonidos. Los lobos son capaces de aullar, gruñir, ladrar y gemir; a través de estas vocalizaciones pueden transmitir afecto, coordinar el comportamiento de la manada, reclamar un territorio, amenazar a un intruso o avisar ante un peligro inminente para la manada.

Quienes se encargan de estudiar el comportamiento de los lobos han podido identificar algunas de estas vocalizaciones y asociarlas a ciertas conductas y comportamientos. Los lobos gruñen ante una amenaza o conflicto, se considera que el aullido es una llamada de larga distancia para localizar a su manada o a otros individuos, mientras que otros investigadores piensan que sirve como marcaje, siendo una señal que delimite su territorio.

Vía visual

Se basa principalmente en el sentido de la vista y en la compresión de las expresiones faciales y posturas que pueden llevar a cabo un individuo. Por medio del lenguaje corporal, los lobos pueden organizar la manada y establecer jerarquías; también pueden transmitir emociones como el miedo, el enojo e incluso afecto, o expresar conductas curiosas o juguetonas.

Un lobo con los dientes expuestos, orejas erguidas y el pelaje del cuello erizado, puede indicar una clara amenaza o una conducta defensiva. O, por el contrario, indicar una posición sumisa, si las orejas se encuentran gachas y hacia atrás, el hocico cerrado e inclinado y la cola entre las patas, este tipo de posturas se conocen como sumisión activa. También pueden presentar un comportamiento de sumisión pasiva, acostándose de espalda y exponiendo su vientre y abdomen a los lobos dominantes. Al igual que los perros, la cola nos puede indicar el estado del animal.

Comportamiento de los lobos durante la alimentación

Los lobos han demostrado ser capaces de trazar estrategias de caza para poder capturar a sus presas y distintos investigadores han tratado de determinar cómo es su desplazamiento espacial en el campo. Como las presas suelen estar dispersas, los lobos recorren largos tramos en búsqueda de estas con poca variación en sus patrones de búsqueda.

Se trata de animales carnívoros generalista, es decir, tienen una dieta variada y no discriminan al momento de capturar a su presa; aunque suelen alimentarse mayormente de ungulados silvestres de tallas medianas a grandes. En aquellas localidades cuyos territorios de caza coinciden con asentamientos agrícolas, el comportamiento de los lobos puede extenderse a la caza del ganado (aunque mayormente en estos casos consumen carroña), esta situación ha generado una fama negativa entre los habitantes del campo.

En este tipo de comportamiento de los lobos, es preciso destacar que no solo compiten por alimentos contra otras manadas de lobos, también lo hacen frente a otros depredadores que puedan habitar dentro de sus territorios como coyotes, zorros, osos y grandes felinos, esto ha impulsado a los lobos a establecer estrategias de predación mucho más efectivas cuando están cazando.

Se ha descubierto, que los ejemplares de mayor edad son capaces de transmitir información y enseñar estrategias de caza a los más jóvenes. También a desarrollar técnicas para evitar la evasión y el escape de alguna de sus presas, incluso indicar cuales son los lugares más aptos para llevar a cabo las cacerías. Este comportamiento de los lobos, es un indicio de las capacidades cognitivas de estos animales, así como el desarrollo de la memoria y técnicas de aprendizaje.

Bibliografía

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