Relaciones intraespecíficas ¿Cuáles son? Tipos y ejemplos

Relaciones intraespecíficas, ejemplo pingüinos.
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Si miramos a nuestro alrededor, incluso si nos encontramos en grandes ciudades o conjuntos urbanos, somos capaces de observar cómo los seres vivos interactúan constantemente entre ellos y con su entorno. Desde las abejas polinizadoras visitando las flores de un jardín, a los impresionantes leones de la sabana africana trabajando juntos para lograr atrapar a su presa, hasta la asociación entre hongos micorrizos y las raíces de las plantas. Estas acciones se conocen como interacciones biológicas y se aprecian en distintos grados dentro de diferentes niveles jerárquicos, definiéndose como las relaciones directas o indirectas que ocurren entre organismos, las cuales conllevan un efecto, ya sea a largo o a corto plazo, beneficioso o perjudicial para las especies que interactúan; debido a que ningún organismo está completamente aislado. Entre las interacciones podemos destacar las relaciones intraespecíficas, así como las relaciones interespecíficas.

Introducción

La ecología es la rama de la biología que se encarga de estudiar las interacciones de los organismos vivos, entre ellos y su ambiente, para ello dividen la biomasa de la Tierra en distintas unidades jerárquicas independientes, aunque interconectadas, que van desde el organismo o individuo, transitando por las poblaciones, comunidades y ecosistemas, hasta alcanzar el nivel de organización más alto: los biomas. Al estudiar las interacciones biológicas nos concentramos en los ecosistemas, siendo estos sistemas abiertos, donde las distintas especies que los conforman no solo interactúan entre ellas, sino también con el medio que les rodea y generan flujos de energía. Cada ecosistema está a su vez compuestos por numerosas comunidades y estas se encuentran conformadas por poblaciones de diferentes especies. Entendiendo que las poblaciones son grupos de organismos pertenecientes a la misma especie con una dinámica propia y comportamientos específicos.

Como ya mencionamos, las interacciones biológicas pueden darse de forma directa o indirecta; en el primer caso, las acciones de un organismo afectan de manera inmediata a otro, mientras que en el segundo caso el efecto puede ser por medio de intermediario o por recursos compartidos. Igualmente, se pueden caracterizar según su acción en los organismos, nos encontramos entonces con aquellas que se consideran positivas o beneficiosas (+), negativas o perjudiciales (-) o neutras (0) para cada una de las especies que se relacionan. Otra forma de distinguirlas es evaluando si ocurren a nivel de poblaciones (relaciones intraespecíficas) o se dan entre especies (relaciones interespecíficas). Independientemente de cómo prefieran clasificarlas, las interacciones responden a presiones ecológicas que son el resultado de procesos adaptativos y evolutivos.

Relaciones intraespecíficas y relaciones interespecíficas

Las relaciones interespecíficas son interacciones que ocurren entre los organismos de distintas especies, que afectan a la dinámica de las comunidades biológicas. Se estudian considerando las ganancias o las pérdidas que puede sufrir un organismo al relacionarse con otro. Si los organismos que participan en estas asociaciones se benefician mutuamente, se consideran que son relaciones positivas (+/+), como ocurre con el mutualismo, la simbiosis y la protocooperación. También existen asociaciones donde una de las especies puede beneficiarse o perjudicarse por la otra, aunque esta no se vea afectada de ninguna manera (+/0, -/0), por ejemplo: el comensalismo y el amensalismo. La depredación, la herbívora y el parasitismo son relaciones en donde una de las especies involucrada es afectada negativamente mientras que la otra se beneficia de ella (+/-). La competencia interespecífica nos presenta un tipo de interacción donde ambas especies se perjudican mutuamente (-/-), aunque la intensidad puede no ser igual.

Por otro lado, las relaciones intraespecíficas son aquellas que se dan entre los individuos de una misma especie o población, pudiendo definir la dinámica poblacional, así como la ecología y el comportamiento de la especie en estudio. Este tipo de relaciones se analiza en base a las acciones positivas que puede llevar a cabo una especie por el beneficio colectivo, es el caso de la sociabilización, la convivencia, la cooperación y la formación de alianzas; También, aquellas acciones negativas como la competencia, territorialidad y conflictos. La reproducción y las relaciones parentales o matriarcales igualmente son consideradas relaciones intraespecíficas.

Tipos de relaciones intraespecíficas

Existen tipos de relaciones intraespecíficas: cooperativas, es decir, favorecen la cooperación; competencia y relaciones interespecíficas familiares.

Relaciones intraespecíficas cooperativas

En la naturaleza podemos encontrar muchos ejemplos de asociaciones entre miembros de la misma especie, por ejemplo: las manadas de lobos, los panales de abejas y los corales. La socialización y la cooperación entre individuos de la misma especie contribuyen a aumentar la capacidad de detectar y protegerse ante depredadores, la habilidad de obtener alimento, las probabilidades de encontrar pareja e incluso permite la división de roles de trabajo dentro del grupo. No obstante, también conlleva sus riesgos, al ser grupos numerosos pueden ser detectados más fácilmente por los depredadores, en caso de una enfermedad puede generarse una infección que afecte rápidamente a toda la población y puede propiciar la competencia intraespecífica.

Sin embargo, a pesar de los riesgos, muchas especies se han adaptado a un estilo de vida social que favorecen la cooperación y la sociabilidad. Este tipo de relaciones intraespecíficas se clasifican según lo narrado en las siguientes líneas.

Relaciones gregarias

Este tipo de relaciones intraespecíficas se da en aquellas especies que viven en grupo de dos o más individuos, que pueden estar o no relacionados por parentesco, pero que pueden desarrollar las mismas actividades durante un corto periodo de tiempo o a lo largo de su vida. Al agruparse, los individuos de una población pueden aprovechar todas las ventajas de un estilo de vida social: mayor capacidad para encontrar alimento, cooperación para la defensa ante depredadores, migraciones masivas que favorecen la supervivencia y la búsqueda de parejas.

Un ejemplo de este tipo de relaciones gregarias las podemos observar en las grandes manadas de ungulados en las sabanas africanas o en las bandadas de aves migratorias.

Estatales

Son aquellas que se encuentran formadas por agrupaciones de individuos que se encuentran organizados y jerarquizados, formando subgrupos. En este caso de relaciones intraespecíficas, los individuos o subgrupos suelen presentar diferencias anatómicas y fisiológicas que los caracterizan y diferencia del resto. Existe la división de trabajo, gracias a que cada subgrupo muestra adaptaciones especializadas para una función específica como la búsqueda de alimento, la defensa, la reproducción y la construcción de refugios. En este tipo de relaciones, cada subgrupo de individuos depende de otro para poder sobrevivir y sus asociaciones generalmente son permanentes.

Las asociaciones estatales son más comunes en insectos como las hormigas, las termitas o las abejas. En un hormiguero podemos identificar a las hormigas reinas, los machos, las obreras y las soldados, quienes se pueden reconocer e identificar por sus adaptaciones físicas, donde cada una tiene un rol específico que cumplir. Las hormigas reinas, son las hembras reproductoras, se diferencian por su tamaño y algunas de ellas presentan alas, se encargan de la postura de los huevos y la formación de nuevas colonias. Los machos reproductores suelen tener una vida efímera. Las obreras son mucho más pequeñas, se encargan de la búsqueda de alimento y la construcción de los hormigueros; mientras que las soldados (mucho más grandes que las obreras) cumplen una función defensiva.

Coloniales

Se conoce como relaciones intraespecífica coloniales a aquellas donde los individuos de una misma población se encuentran físicamente unidos, integrando un todo. Cada individuo en una colonia cumple una función específica y su organización puede presentar varios niveles de complejidad. Podemos reconocer dos tipos de colonias: las isomorfas y las heteromorfas.

Las colonias isomorfas son aquellas donde los individuos que la conforman no presentan diferencias físicas obvias y, si las hay, son difíciles de distinguir; un ejemplo de este tipo de colonias serían los corales, que están formando por cientos de pólipos.

Las colonias heteromorfas se diferencian porque los individuos que la conforman presentan adaptaciones físicas relacionadas con la función que desarrollan. Physalia physalis, la fragata portuguesa, es una colonia de pólipos donde se diferencian grupos de individuos encargados de la alimentación, de la defensa y la reproducción. Otro ejemplo serían las algas clorofíceas del género Volvox, quienes también forman colonias con diferencias celulares.

Relaciones intraespecíficas de competencia

Anteriormente, comentamos sobre las ventajas y beneficios de las relaciones sociales entre los seres vivos; pero también señalamos que estas pueden correr el riesgo de generar competencia por los recursos dentro de una misma población, afectando negativamente sus aptitudes. Esto se debe a que en los ecosistemas los recursos son finitos, es decir, existe un número limitado de alimento, fuentes de agua, espacio y refugios, e incluso dentro de una población el número de parejas sexuales y reproductivas son limitadas. Cuando alguno de estos elementos se encuentra de forma limitada surge la competencia, donde los individuos de una misma población se enfrentan para adquirirlo, ya sea de manera directa o indirecta, siendo esta otra expresión de las relaciones intraespecíficas.

La competencia intraespecíficas puede ser directa o indirecta. La competencia directa o por interferencia implica disputas agonísticas (agresiones, amenazas, exhibiciones) como es el caso de los machos de peces Betta (Betta splendens) que al encontrarse con otro macho luchan para defender su territorio. Por el contrario, la competencia indirecta viene dada por la explotación del recurso, y ocurre cuando un individuo de una especie utiliza el recurso antes que otro. Este tipo de relaciones intraespecíficas puede encontrarse bien regulado por jerarquías, donde los individuos más fuertes o dominantes son los que explotan los recursos primero (como leones durante la alimentación), o bien presentarse de forma anárquica, cuando todos los individuos de una misma especie tienen acceso al recurso y compiten sin ningún tipo de limitante (al alimentar un grupo de gallinas).

Este tipo de relaciones intraespecíficas determinan sistemas jerárquicos basados en las interacciones de dominancia y sumisión que se forman dentro de una población. También determina la territorialidad dentro de una especie, dado que la competencia entre recursos impulsa a defender aquellos territorios que ofrecen los mejores suministros.

Relaciones intraespecífica familiares

Las relaciones familiares o parentales son las asociaciones más comunes que uno puede encontrar en la naturaleza, cuyo objetivo es la reproducción y la protección de las crías. El grado de parentesco de estas asociaciones depende de la especie y el comportamiento reproductivo de esta, algunas parejas reproductivas solo interactúan durante la temporada de reproducción mientras que otras pueden formar parejas o grupos estables que perduran en el tiempo.

Las relaciones intraespecíficas pueden ocurrir desde el cortejo y el emparejamiento, es decir, previamente a la reproducción. Durante el cortejo, generalmente los machos exhiben una serie de comportamientos y rituales que le demuestran a la hembra que son elegible para la reproducción. Cuando una hembra está a gusto con un macho, se establece una asociación macho-hembra con el objetivo de reproducirse. En este caso, el emparejamiento puede ser monógamo (una hembra y un macho) o polígamo, donde se puede dar la poliandria (una hembra con muchos machos) o la poliginia (un macho con muchas hembras).

Durante la época de cría, surge el cuidado parental que reflejan las acciones de los padres para proteger y enseñar a sus crías, aumentando las probabilidades de su supervivencia. En el cuidado parental podemos identificar las relaciones:

Parental monógama: Cuando una pareja se encarga de cuidar a sus crías, es el caso de los pingüinos.

Parental polígama: Ocurre cuando un macho se encarga de la protección de muchas hembras y su cría, observable entre los leones.

Cuidado matriarcal: Cuando la hembra se encarga de cuidar a sus crías, es el caso de los elefantes.

Cuando los progenitores depositan sus huevos y abandonas a sus crías, el tipo de relación es filial y está conformada solo por la progenie.

Bibliografía

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