Relaciones interespecíficas, tipos y efectos. Ejemplos

Relaciones interespecíficas
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Las relaciones interespecíficas son todas aquellas interacciones que involucran al menos dos especies diferentes, ya sea del mismo nivel trófico o de niveles distintos. Todos los seres vivos forman parte de una compleja red que se teje a partir de las interacciones entre numerosas especies, y esto puede detectarse al estudiar alguna determinada población de organismos en presencia o ausencia de otras especies. De esta forma, las interacciones entre dos o más especies influyen en la estructura, funcionamiento y composición de las comunidades.

En general, las relaciones interespecíficas se clasifican de acuerdo al efecto de dicha relación para cada uno de los implicados. Es decir, existen interacciones benéficas, que se denotan con el símbolo (+) o dañinas denotadas con (-) entre las diversas especies, que afectan la supervivencia y reproducción de las mismas. El efecto de las relaciones interespecíficas sobre las especies involucradas se mide por medio de los cambios que ocurren en la densidad (individuos/m2) o en la biomasa total en determinado periodo de tiempo.

En las comunidades ecológicas se reconocen entre cuatro (4) y seis (6) tipos de relaciones interespecíficas, agrupadas en interacciones benéficas e interacciones dañinas.

Las interacciones benéficas son:

  • Mutualismo (+ / +)
  • Comensalismo (+ / 0)

Entre las interacciones dañinas se encuentran:

  • Competencia (- / -)
  • Predación, donde se incluyen la herbivoría, el parasitismo y parasitoidismo (+ / -)

Algunos ecólogos reconocen otro tipo de interacción denominada neutralismo, en la cual ninguno de los involucrados se ve afectado de forma positiva o negativa (0 / 0). Este tipo de relación no presenta mucho interés, ya que no influye en la estructura ni funcionamiento de la comunidad. El amensalismo es otro tipo de relación interespecífica, en la cual se perjudica la supervivencia de una de las especies, mientras la otra no es afectada de ningún modo aparente (- / 0).

Mutualismo, una de las relaciones interespecíficas muy estudiadas

El mutualismo o simbiosis es una de las relaciones interespecíficas más estudiadas, y en ella las especies involucradas se benefician de dicha interacción, es decir, la supervivencia y reproducción de ambas poblaciones se ve aumentada en presencia de la otra. Este tipo de interacción es muy extendido e importante, y generalmente involucra dos especies con relaciones taxonómicas muy diferentes, como por ejemplo especies de los reinos vegetal y animal.

Un ejemplo clásico de mutualismo, es la asociación entre cangrejos marinos y celenterados (cnidarios sésiles), que aunque pueden sobrevivir independientemente, al asociarse generan beneficios mutuos que garantizan una mejor supervivencia de cada especie. De esta forma, los celenterados crecen sobre los costados de los cangrejos, proveyéndole una apariencia críptica que le permite camuflarse en su entorno y, además, puede usar los cnidocitos (células que expulsan una estructura urticante) como defensa contra depredadores. A su vez, el celenterado es desplazado a diversos lugares por el cangrejo y se alimenta de las partículas restantes de las presas de este. Este tipo de asociación también es conocido como protocooperación, ya que los organismos no dependen totalmente del otro para sobrevivir.

La simbiosis entre leguminosas y bacterias fijadoras de nitrógeno (del género Rhizobium) es otro ejemplo importante de relaciones interespecíficas beneficiosas. Estas bacterias se asocian a las raíces de las plantas, y le proveen el nitrógeno que capturan del suelo, mientras las plantas les suministran otros nutrientes minerales. Además, otros tipos de plantas crean asociaciones con hongos, que les permiten optimizar la absorción de nutrientes como zinc y fósforo; este tipo de relación mutualista se conoce como micorrizas.

Probablemente, las relaciones simbióticas han evolucionado a partir de otras relaciones interespecíficas como el comensalismo e incluso el parasitismo, luego de una larga asociación. Un ejemplo son los líquenes, que consiste en una asociación entre un componente autotrófico (algas) y uno heterotrófico (hongos). En muchos casos de líquenes, los hongos penetran las células del alga para formar la asociación, lo que los convierte en parásitos, en un sentido esencial. Esta sociedad de organismos les permite a ambos vivir en ambientes físicos rigurosos.

Comensalismo, con efectos positivos entre las relaciones interespecíficas

Entre las relaciones interespecíficas con efectos positivos sobre una o ambas especies involucradas se encuentra también el comensalismo. En este tipo de interacción, la supervivencia y reproducción de una de las poblaciones se ve beneficiada, mientras la otra población no sufre ninguna consecuencia medible, positiva o negativa. El comensalismo es muy común entre organismos sésiles y pequeños organismos móviles, donde generalmente el primero sirve de refugio para el segundo.

En el océano existen numerosos ejemplos de este tipo de relación interespecífica, pues en muchas madrigueras de gusanos, mariscos y poríferos (esponjas) se pueden encontrar otros visitantes que aprovechan recursos no utilizados por el huésped, por ejemplo comida y refugio. Estos “visitantes no invitados” utilizan las madrigueras para sus beneficios, pero a su vez, no causan daños ni beneficios para el huésped, cuya supervivencia es la misma en presencia o ausencia del comensal.

La relación de comensalismo requiere de un fino equilibrio por parte del comensal, es decir, el organismo que resulta beneficiado, pues existe un corto paso para que se considere parasitismo o mutualismo.

Competencia

Las relaciones interespecíficas que se consideran dañinas, producen un efecto negativo sobre al menos una de las poblaciones involucradas. La competencia es una interacción entre especies que requieren determinado recurso y luchan de alguna forma entre sí para conseguirlo. En este tipo de relación, todas las especies involucradas se ven afectadas de forma negativa.

La competencia puede ser de dos tipos: por recursos y competencia de interferencia. En el primer caso, varios organismos compiten por un recurso en común que generalmente es escaso. En la competencia por interferencia, los organismos se afectan negativamente durante la búsqueda de un determinado recurso que puede o no ser escaso. Si la competencia ocurre entre organismos de la misma especie se considera “competencia intraespecífica”, mientras que si se da entre organismos de dos o más especies distintas se denomina “competencia interespecífica”.

La competencia interespecífica ocurre entre especies relacionadas y adaptadas a un mismo nicho o nichos similares. Si la competencia es por recursos, la intensidad de la misma dependerá de algunos factores como la abundancia del recurso y la capacidad competitiva de las especies. Cuando existe una competencia severa, una de las poblaciones puede ser eliminada totalmente o forzada a adaptarse a un nicho diferente u otra localización geográfica.

En otros casos, las poblaciones competidoras pueden llegar a coexistir, al alcanzar un equilibrio estable. En estos casos, las especies desarrollan con el tiempo, diferencias ecológicas que les permite minimizar la competencia, como:

  • Separación geográfica
  • Separación por hábitat
  • Separación por hábitos alimenticios
  • Separación por diferencias de tamaño
  • Separación temporal

A diferencia de otros tipos de relaciones interespecíficas, en la competencia, las especies competidoras pueden no tener una interacción física como tal, ya que dos poblaciones pueden estar luchando por el mismo recurso en distintos momentos. Un ejemplo son las especies que se alimentan de una misma planta durante el día y la noche, respectivamente. Estas especies compiten por dicho recurso si resulta escaso, a través de mecanismos de interferencia que impiden la utilización del recurso por parte de la especie competidora.

Predación

La predación es una relación interespecífica que requiere una interacción directa de las especies involucradas. Básicamente consiste en que los miembros de una especie se alimentan de otra especie animal o vegetal. Los predadores se consideran consumidores secundarios y terciarios y ejercen un papel regulador sobre sus presas, que puede variar si se consideran tres posibilidades:

– El predador es altamente limitante y puede llegar a reducir tanto la población de su presa, que esta llega al borde de la extinción. En este caso, si el predador no puede alimentarse de otras especies también sufrirá una disminución poblacional.

– El predador regula la población de su presa, de manera que se mantiene un estado estable en la densidad poblacional de la presa.

– El predador no se considera limitante ni regulador de las poblaciones de presas.

En la predación se incluyen algunas relaciones interespecíficas, en las cuales una de las especies es favorecida, mientras que el crecimiento individual y poblacional de la otra se ve perjudicada. En la mayoría de los casos una especie que depreda a otra le causa la muerte. Sin embargo, existen otros casos como la herbivoría y el parasitismo, donde las presas solo son parcialmente dañadas.

En la herbivoría los animales se alimentan de plantas verdes, o algunos de sus componentes como las flores, frutos, brotes, semillas o raíces, y generalmente no llegan a matar a la planta. Este tipo especial de actividad predatoria, ha sido de gran importancia como agente selectivo de las plantas y sus interacciones evolutivas con otros organismos.

El parasitismo es otra de las relaciones interespecíficas de mayor relevancia, y al igual que la predación en general, ejerce una regulación ecológica sobre la población presa. Se consideran parásitos a los organismos que viven en o sobre sus presas, de forma que además de alimentarse de ellos, los usan como fuente de energía y hábitat. Por otro lado, los organismos parásitos muestran más especificidad con sus huéspedes, es decir, que las relaciones interespecíficas son más especializadas.

Muchos parásitos solo pueden vivir y reproducirse en un determinado organismo, de manera que la interacción entre el huésped y el parásito es especialmente íntima y limitante para ambas poblaciones. En vista de que las poblaciones de parásitos dependen de su huésped, la regulación que estos ejercen sobre la especie parasitada no es de tipo limitante, de forma que aunque los parásitos afectan la salud y supervivencia de sus presas, no las exterminan.

Finalmente, dentro de las relaciones interespecíficas de predación, se incluye también el parasitoidismo, en el cual, el organismo parasitoide vive del huésped al igual que ocurre en el parasitismo, con la diferencia de que los organismos parasitoides llevan a sus presas a la muerte.

Muchas especies de himenópteros (avispas) tienen larvas parasitoides, es decir, estos insectos depositan sus huevos sobre el huésped, que suele ser otro invertebrado artrópodo, como diversas especies de arácnidos. Una vez que eclosionan los huevos y emergen las larvas, comienzan a alimentarse de su huésped mientras se van desarrollando y luego de haberse desarrollado por completo, terminan por matar al huésped y continúan su ciclo de vida.

Referencias

  1. Curtis, H. & Schnek, A. (2008). Curtis. Biología. Ed. Médica Panamericana.
  2. Krebs, C. J. (1985). Ecología. Estudio de la Distribución y la Abundancia. Segunda Edición. Harla, S. A.
  3. Odum E. P. (1965). Ecología. Estructura y Función de la Naturaleza. Compañía Editorial Continental S. A.
  4. Van Esso, M. (2007). Fundamentos de ecología: su enseñanza con un enfoque novedoso. Noveduc Libros.

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