Índice de este artículo
Desde su domesticación alrededor de los 11.000 a 9.000 a.C, el comportamiento de las ovejas ha sido de gran interés para el ser humano, en especial para pastores, criadores y veterinarios; siendo uno de los animales de mayor importancia en la ganadería y en la economía agraria de muchos países. Su domesticación ha permitido al ser humano explotar su carne, leche, cuero y lana.
Son mamíferos ungulados (Clase Mammalia, Orden Artiodactyla) perteneciente a la familia Bovidae, específicamente a la subfamilia Caprinae; en donde también se encuentran clasificadas las cabras domésticas y salvajes, los seraus, el arruí, el buey almizclero, entre otros. Las ovejas domésticas son una subespecie de Ovis orientalis, siendo identificada como O. orientalis aries; no obstante, se les puede llamar ovejas a otras especies del género Ovis.
Son animales de pequeño a mediano tamaño, dependiendo de la raza, la edad y el propósito de su cría, pueden llegar a pesar entre 40 a 200 Kg, alcanzar una altura de 65 a 120 cm de alturas y una longitud de 120 a 180 cm. De cuerpos robustos y redondeados, cubiertos de una gruesa capa de lana o pelo rizado; su coloración cambia según la raza, aunque la selección humana ha favorecido aquellas de pelaje y lana blanca.
Existen alrededor de unas 1155 razas. Presentan dimorfismo sexual, las hembras carecen de cuernos o estos se encuentran tan reducidos que es difícil notarlos, siendo estos rectos. Por el contrario, los machos cuentan con cuernos vistosos y retorcidos en espiral que caen al lado de la cabeza, y por lo cual se les identifica como carneros. Los machos son más robustos, pueden alcanzar tallas y pesos mayores que el de las hembras. Tanto machos como hembras pueden llegar a vivir de 10 a 18 años.
Son mamíferos herbívoros, siendo las hierbas, gramíneas, legumbres, malezas y cereales la base de su dieta. Su actividad es principalmente diurna, por lo que su alimentación se lleva a cabo durante las horas del día. Son altamente adaptables, pueden habitar diferentes tipos de terrenos, desde praderas, bosques, sistemas rocosos, desiertos, montañas y sabanas. Habitan cualquier ecosistema mientras cuenten con gramíneas para su alimentación y una fuente de agua.
El comportamiento de las ovejas suele ser tranquilo, aunque permanecen en estado de alerta y se asustan fácilmente debido a sus numerosos depredadores. Viven en agrupaciones, siendo esta una estrategia para protegerse unas a otras, es por ello que el comportamiento de las ovejas se basa en estas conductas instintivas.
A continuación, explicaremos con más detalle el comportamiento de las ovejas en relación a la sociabilidad, pastoreo, reproducción y comunicación.
Las ovejas son animales gregarios, es decir, conforman grupos de cuatro o más ejemplares, conocidos como rebaños. Estos grupos suelen ser muy estables; lo que les permite desarrollar fuertes vínculos entre individuos, en especial con aquellos miembros relacionados por parentesco. Los rebaños están conformados por hembras de edades diferentes, sus crías (conocidas como corderos y borregos) y uno o más machos. También podemos encontrar rebaños compuestos por machos, normalmente jóvenes y sin parejas; estos grupos suelen ser más inestables y transitorios que los conformados por ambos sexos.
El comportamiento de las ovejas implica la presencia de un ejemplar líder en cada rebaño, al que siguen cuando van a alimentarse, buscar refugio o huir ante un depredador. El estatus jerárquico en los machos se relaciona con la edad, la fortaleza física y la experiencia reproductiva, mientras que las hembras esta jerarquía es lineal y se debe a las relaciones de parentesco y edad.
A pesar de que son animales sociales, cuando dos grupos de ovejas se juntan, en un principio no se mezclan; las ovejas tienen la capacidad de reconocerse entre sí y prefieren interactuar con aquellos individuos de su grupo original. Si se trata de las mismas razas de ovejas, en dos o tres semanas, ambos grupos se juntarán y formará un único rebaño; en cambio, si se trata de razas distintas, es poco probable que ambos grupos se mezclen de forma aleatoria. Por otro lado, el comportamiento de las ovejas puede verse afectado al ser aisladas, ya que pueden sufrir de estrés y pánico.
Competencia, dominancia y agresiones
El comportamiento de las ovejas suele ser normalmente tranquilo y sociable; sin embargo, en un contexto donde exista escasez de alimento o los rebaños sean muy numerosos, puede llegar a observarse la competencia por los recursos. En estas condiciones se observan conductas agonísticas como empujones leves o cabezazos en caso de los carneros. Si la confrontación es muy fuerte pueden llegar a producirse lesiones, sobre todo entre machos.
Durante esas competencias, se establece una jerarquía basada en la dominancia, que se refleja en la monta entre machos, donde los machos dominantes (de mayor edad o fuerza) montan a los machos sumisos.
Comportamiento de las ovejas en cuanto al pastoreo y la alimentación
Como ya mencionamos, las ovejas son herbívoros rumiantes que cuentan con un sistema digestivo complejo y cuya dieta se basa en el pastoreo. Para los criadores que utilizan un sistema de pastoreo libre, es de gran importancia comprender el comportamiento de las ovejas en este contexto. Al ser animales diurnos, el primer periodo de alimentación ocurre después del descanso nocturno, seguido por un periodo de reposo y rumia, y luego un nuevo proceso de alimentación, siendo este último el de mayor importancia.
Al ser animales presa, el comportamiento de las ovejas suele ser temeroso ante cualquier amenaza. Es por ello que, para un pastoreo guiado, las ovejas primero deben habituarse al pastor y, en algunos casos, también a los perros pastores. Para llevar a cabo la habituación, los humanos deben acercarse gradualmente hasta que las ovejas se acostumbren a su presencia y su comportamiento se torne dócil. Cuando el rebaño se acostumbre al pastor, este debe identificar al líder e impulsar el desplazamiento de la manada al invadir su espacio, generando su huida; el resto de las ovejas le seguirán.
Si existen suficientes recursos, los animales realizarán el pastoreo juntos, pero a medida que vaya disminuyendo la disponibilidad de alimento, las ovejas tenderán a separarse y llevar a cabo un pastoreo individual. Cabe mencionar, que las ovejas pueden ser causante de que un área sea sobre pastoreada, lo que puede causar erosión de los suelos y cambios en la vegetación.
Comportamiento de las ovejas en cuanto a la cría
Las ovejas son capaces de reproducirse en cualquier época del año, con un periodo de gestación de hasta 5 meses; por lo cual, pueden llegar a tener una o dos crías durante un año. Siendo amamantas aproximadamente durante tres meses.
Un alto porcentaje de las hembras muestran tendencia a aislarse de las demás para poder llevar a cabo el parto y la expulsión de la placenta. Paren acostadas, aunque uno o dos minutos después del parto se ponen de pie; las madres más jóvenes y sin experiencia pueden tardar un poco más en levantarse.
Comportamiento maternal o epimelético
Al nacer, es necesario que los corderos desarrollen un vínculo madre-cría para asegurar su futura supervivencia; para ello, la madre lame a su cría, lo que impulsa la impresión, el reconocimiento y permite el amamantamiento. El comportamiento de las ovejas madres es una conducta intrínseca de ellas, relacionada con el instinto y que se asume es evolutiva. Igualmente, la puesta de pie por parte de la cría, la búsqueda de la ubre y el reconocimiento de la madre se considera un comportamiento intuitivo.
Las ovejas reconocen a sus crías por medio del olfato, siendo capaces de memorizar su olor individual; esto les permite establecer un vínculo con el recién nacido y discriminar a las crías de otras ovejas que pueden estar en el mismo lugar. Esta conducta se encuentra determinada por factores genéticos y fisiológicos, y ocurre durante las primeras horas del parto por medio del lamido. Si se separa a la cría de la madre antes de que esta logre imprimir o identificarla al lamerla, podría afectar el vínculo madre-cría, haciendo que las madres puedan llegar a rechazar a sus propios corderos y evitar el proceso de lactancia, poniendo en riesgo su supervivencia.
El lamido empieza por la cabeza, la boca y la nariz de las crías, lo que a su vez estimula las vías respiratorias y permite “limpiar” los restos de membranas fetales. Al dar a luz, las hembras suelen vocalizar por unos minutos, este llamado es conocido como balido y ha sido registrado en distintas razas de ovejas Seguidamente, el lamido se extiende por el cuello, la espalda y el vientre, así como la pata y las colas. Se considera que este comportamiento de las ovejas ayuda a mantener el calor corporal de los corderos, favorece la circulación y la puesta en pie de las crías.
Si el parto es de múltiples crías, puede alterarse el comportamiento de las ovejas madres y por lo tanto afectar la supervivencia de los recién nacidos.
Comportamiento de las crías
Los corderos recién nacidos también muestran una serie de comportamientos característicos. Cuando la madre se pone de pie comienza a lamer a su cría, este comportamiento que no solo implica el reconocimiento de la madre a la cría, también estimula la puesta de pie de los corderos y la búsqueda de la ubre. Los primeros pasos de la cría son torpes e inestables, es por esto que las madres les acompañan, sirven de apoyo y les ayudan con pequeños empujones con su cabeza hasta que son capaces de encontrar la ubre y comenzar a lactar.
Comunicación entre ovejas
Como todo animal sociable, las ovejas necesitan estrategias de comunicación efectivas basadas en sus sentidos.
El olfato juega un papel muy importante durante la reproducción sexual, ya que permite identificar a los machos cuando una hembra está disponible para el apareamiento. También permite a las madres identificar a los corderos después del parto.
El oído permite captar las distintas vocalizaciones generadas por otras ovejas, donde podemos identificar los balidos, gemidos, gruñidos y resoplidos. Cada oveja tiene un sonido distintivo, que le permite al resto del rebaño a identificar a su emisor; igualmente, cada sonido puede expresar una emoción diferente como el miedo, la angustia y la frustración.
La visión permite la comunicación grupal, ya que el contacto visual permite localizar a los ejemplares de la manada y al pastor.
Bibliografía
- Arnold, G.W. & Pahl, P.J. 1974.
- González, C. et al. 2013.
- Gonzalez-Stagnaro, C. 2012
- Ramírez Martínez, M.G. et al. 2011
- Romero, O. 2010.
Puedes seguir visitando el siguiente tema: Cómo es el comportamiento de los organismos vivos