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El estudio del comportamiento de las cobayas es un aspecto de gran importancia e interés para los humanos. Estos animales tienen diversos usos que van desde mascotas e investigación científica hasta su empleo en la gastronomía. Es por ello que conocer los diversos aspectos de su historia de vida puede contribuir a mantener con éxito la cría y desarrollo de estos animales.
Las cobayas (Cavia porcellus) son roedores de la familia Caviidae domesticados desde hace alrededor de 5000 años a.C. Estos animales eran empleados como alimento por algunas tribus de la región andina en Sudamérica. Posteriormente, las cobayas fueron transportadas a países de Europa, provocando gran interés como mascotas exóticas. El comportamiento de las cobayas resulta bastante complejo y ha sido estudiado desde hace varios siglos.
Estos animales se consideran gregarios, mostrando gran interés por el contacto con sus congéneres. Además, las cobayas son crepusculares, por lo cual su mayor periodo de actividad se registra al anochecer y amanecer. Entre algunos aspectos registrados sobre el comportamiento de las cobayas, se encuentra también su tendencia a dormir muchas horas al día, además de pasar gran cantidad de tiempo acicalándose, alimentándose o explorando su entorno.
Comportamiento de las cobayas jóvenes
El comportamiento de las cobayas jóvenes no difiere en gran medida del de los adultos. En general, se consideran exploradores tímidos. Estos individuos suelen preferir la compañía de sus madres, incluso después de ser destetados. Los juveniles suelen preferir la compañía de hembras emparentadas o no emparentadas, así como de los compañeros de camada.
Por otro lado, el comportamiento social comienza a desarrollarse aproximadamente a la semana de vida, cuando las crías comienzan a tener contacto con otros individuos. Aproximadamente a las 8 semanas de edad, los juveniles comienzan el proceso de madurez sexual y presentan menos interacciones físicas con sus congéneres.
Es posible que los cobayas jóvenes se acostumbren a diversas interacciones con los humanos como ser cargados y acicalados. Además, estos pueden explorar de manera activa cuando se dejan caminar libremente en algunos espacios seguros. Sin embargo, a medida que se desarrollan prefieren quedarse en sus recintos y es muy poco probable que intenten escapar.
Los individuos juveniles se familiarizan rápidamente con sus cuidadores y pueden emitir silbidos y ronroneos al visualizarlos, sobre todo porque se les asocia con el alimento. Al igual que en los adultos, las cobayas jóvenes prefieren estar acompañados de sus congéneres, por lo cual se recomienda no conservar individuos solitarios.
Comportamiento de las cobayas en la reproducción
El comportamiento de las cobayas en la reproducción puede ser de tipo monógamo o polígamo, de acuerdo a las condiciones en las cuales se mantengan. De esta manera, los machos pueden conservar una sola pareja en caso de que las hembras sean escasas, o se mantengan parejas en recintos separados. Sin embargo, también es posible mantener un solo macho con varias hembras (harén), en cuyo caso este podrá reproducirse con más de una cobaya. Estos animales son capaces de reconocer a las hembras con las cuales se han reproducido y aquellas que son nuevas y se encuentran disponibles para la reproducción.
El cortejo suele comenzar cuando los machos comienzan a caminar alrededor de las hembras, olfateando y marcándolas con orina. Generalmente, el apareamiento ocurre durante la noche y puede darse de forma continua durante todo el año, pues no se ha registrado una estacionalidad marcada. El periodo de gestación suele ser de entre 59 a 72 días.
Las hembras suelen tener camadas de entre 3 a 6 crías, a las cuales amamanta con mayor frecuencia durante el día. Alrededor de los 10 días de edad, las crías son capaces de complementar su dieta con alimento sólido, por lo que disminuyen la frecuencia de lactancia. El destete ocurre finalmente entre los 14 y 21 días de edad de las crías. En el comportamiento de las cobayas también se ha registrado cuidado maternal. Este perdura poco tiempo, pues las crías no nacen altriciales y pueden sobrevivir sin cuidados prolongados. Es común que las madres estimulen las glándulas urinarias y anales de sus crías, al lamer sus regiones genitales, al igual que ocurre con otros roedores y mamíferos.
El comportamiento de las cobayas suele ser bastante social. En las cobayas, los machos establecen una jerarquía social, que consiste en un macho alfa que domina a otros machos subordinados. En muchos casos, estos animales pueden ser muy agresivos entre sí, sobre todo si compiten por un territorio determinado o el acceso a hembras reproductivas. Por esta razón, generalmente se mantienen separados machos y hembras, para evitar el enfrentamiento por competencia. Durante la reproducción, se suele ubicar a un macho con varias hembras, sin otros machos en el recinto.
Es común que las cobayas se amontonen como una forma de buscar calor y seguridad. Sin embargo, se ha demostrado que estos animales prefieren densidades bajas de individuos. Debido a esto, en muchos casos, cuando la población crece exponencialmente, se comienzan a formar subgrupos o subpoblaciones, que les permite mantener bajas densidades locales.
Comunicación
Las cobayas son capaces de comunicarse a través de señales visuales, táctiles, acústicas y químicas. Las señales químicas son generalmente empleadas para comunicar a sus congéneres sobre su estado reproductivo, además de delimitar territorios entre machos. Las señales táctiles suelen ser comunes entre individuos emparentados, o entre machos y hembras para indicar la posibilidad de apareamiento.
Además de estas señales, en el comportamiento de las cobayas se han registrado diversas expresiones corporales como una forma de relacionarse y comunicarse entre sí y con sus cuidadores humanos. Aunque estas señales suelen ser menos evidentes que otras formas de comunicación como las vocalizaciones, se han registrados diversos comportamientos. Entre ellos se encuentran los saltos y correteo (Popcorning), que expresan al encontrarse con sus cuidadores y se asocia con alegría y bienestar.
Por otro lado, en algunas ocasiones es común observar a un individuo rodeando a otro mientras emite algunos sonidos como ronroneos. Esto puede asociarse a un macho reproductivo que rodea a una hembra para iniciar el cortejo y apareamiento o un macho que establece su posición jerárquica frente a otros individuos.
Vocalizaciones
En el comportamiento de las cobayas se han registrado distintos tipos de vocalizaciones usadas para comunicarse. Entre ellas se encuentran chillidos, gemidos, ronroneos, silbidos, chirridos y chutts. Estos últimos son gritos de cohesión que puede percibirse como un zumbido resonante y repetitivo, que se emiten en eventos de juegos y otras actividades sociales como acicalamiento y persecución. Los chillidos y chirridos son emitidos cuando las cobayas han sufrido alguna lesión, sienten dolor o para advertir a los demás individuos de una amenaza potencial.
En muchos casos, las cobayas emplean silbidos agudos como una especie de llamada a otros individuos. También son empleados para comunicar la presencia de alimento y, en algunos casos, los silbidos nasales y prolongados anuncian angustia y dolor. Los ronroneos suelen asociarse a la sensación de bienestar y satisfacción. Estos suelen percibirse en madres y sus crías, además de ser emitidos en eventos de acicalamiento y alimentación.
Comportamiento defensivo
El comportamiento de las cobayas para defenderse de posibles amenazas se basa en dos mecanismos principales. El primero consiste en una “respuesta de inmovilidad”, que se dispara al percibir diferentes amenazas, por ejemplo sonidos u otros estímulos desconocidos. En este mecanismo, los animales suelen permanecer totalmente inmóviles hasta estar seguros que la posible amenaza haya pasado.
El segundo mecanismo es la “respuesta de dispersión” y se da cuando las cobayas se encuentran agrupadas. En estos casos, los individuos se dispersan de manera rápida y repentina, con el fin de confundir y desorientar a la posible amenaza. Estos comportamientos varían en frecuencia y duración dependiendo del depredador, pues se ha demostrado que las cobayas son capaces de diferenciar entre depredadores terrestres y aéreos.
Además de estos mecanismos, algunos estudios han registrado también, una respuesta de vigilancia en el comportamiento de las cobayas. Este suele expresarse cuando los individuos perciben la presencia de humanos desconocidos. El comportamiento de las cobayas en estado de vigilancia consiste en una postura estática, con las piernas extendidas y la cabeza erguida, para realizar un escaneo visual y reconocimiento del entorno. En muchos casos, este comportamiento también se asocia a un signo de anticipación de estímulos como el contacto del cuidador o la comida.
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Referencias
- Baklová, A., Baranyiová, E., & Šimánková, H. (2016).
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